Páginas blancas, vacías
anémicas de besos
escribía un Maradona del amor.
La noche se le hizo tarde, tan temprano,
que enfermaron de otoño los inviernos
y de primavera los veranos.
Y otra vez a sobornar al calendario
para mantener a los amores peregrinos
los que se alimentan con Cartier y Rolex,
los que fueron exiliados de la capital
del te quiero y los abrazos.
Los que creen estar de vuelta
y sin embargo nunca fueron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario