jueves, 31 de marzo de 2011

Latas de conservas

No se por qué extraña razón últimamente pienso en la idea de dejar de escribir en el blog. Si ya se que llevo tiempo sin colgar nada nuevo, pero no sé, quizá sea por culpa de este pensamiento, que abarca tanto espacio en el rincón de las ideas, que por eso no entran razones inspiradas lo suficientemente buenas para mí como para dedicarlas tiempo en pulir y presentarlas. Prueba de ello son algunas cosas que ultimamente se me han ocurrido y que os comento ahora.
Un bolígrafo gastado es un falso amigo aunque acompañe. Para mi últimamente, aunque le lleve con tinta, tiene el mismo uso.
Los calcetines que llevaban meses siendo pareja sin serlo en mis pies, reencontraron ayer a sus respectivos en una lavadora ajena. Hoy comparten pinza en un tendedero. También escuché quejarse a unos pantalones vaqueros que dejé olvidados en el cesto de la ropa sucia con una mancha de mostaza, la cual lleva tanto tiempo en él que dudo mucho que salga...
Las galletas del Ikea son lo único que venden sin que tengas que montar uno mismo. Ahora para comerlas mojadas en la leche yo te recomiendo que uses la cuchara Charm. Siiiii... ya sé que es una cuchara de helado, pero debido a la consistencia de las putas galletas es la única que no se dobla!
Contando una noche ovejitas para dormir y derrotar al maldito insomnio descubrí que había un mundo paralelo al nuestro, y decidí llamarlo "el mundo de las ovejitas que se cuentan para dormir" (ya sabéis que soy un tío muy muy objetivo a la hora de poner títulos...). Pues bien empecé a contarlas y de repente resulta que la primera ovejita conocía a la segunda que a su vez, había roto con la tercera. La cuarta y la quinta venían de after hours con la sexta y la séptima, así que tardaron un poco en aparecer y no eran capaces de saltar la valla. La octava ovejita estaba preparando el desayuno a la novena, las cuales resultaron ser los padres de la segunda ovejita, la que había roto con la tercera. La décima sólo buscaba sexo. De las posteriores desconozco el paradero hasta la vigésimo novena que estaba con la trigésimo primera debatiendo sobre si Norit era la hija bastarda de la trigésimo tercera, la del estanco.
Y así con toda la tontería no conseguí pegar ojo en toda la noche!!
Por esto mismo espero que ahora comprendáis por qué llevo tanto sin escribir en el blog y espero que si hay alguien que me siga con cierta frecuencia acepte mis disculpas por el retraso.

Pero no soy yo, son las musas que andan escondidas en latas de conservas sin etiquetar.

lunes, 14 de marzo de 2011

Ley de la no gravedad

Y al final resulta que un día te despiertas a las dos de la madrugada y escuchas gemir a la vecina de arriba o de abajo, mientras condenas tu santa paciencia e intentas conciliar de nuevo el sueño tapando tu cabeza con la almohada. Luego tres cuartos de hora más tarde te levantas con sed a beber un poco de agua y, con sed de venganza también, vas al baño a mear, tiras de la cadena haciendo ruido, mucho ruido, como si pudieses despertar al mundo y te vuelves a la cama con una mala leche del copón.
A la cama fría, enorme, sola, que tiene ganas de dar envidias.

lunes, 7 de marzo de 2011

Introversiones de sofá

Ayer desde este sofá rojo que me prestó mi amigo Claudio empecé a hacer reflexiones sobre un sujeto que desde hace tiempo me sigue. Este tipo se llamaba J. No sabía querer sin darlo todo y se quedó sin nada. Nadie lo supo querer como él quería. Fueron cuatro zapatazos, un portazo en las narices, veinte puñaladas y cientos de agujeros en los bolsillos. Después sólo penas y deudas que iban más allá del corazón. Hipotecado hasta los bolsillos. Cuando yo lo conocí cruzaba la calle sin mirar, nunca se ataba los cordones por si acaso, se estaba empezando a dejar la barba y el pelo largo por donde sólo le podía crecer y en su cabeza sólo había un pentagrama lleno de notas y de letras. Recogía cosas por las calles pues sentía que aunque seguían siendo útiles, fueron abandonadas como él. Era un frasco de sentimientos vacío rondando los rincones en busca de amor para llenarse.
Ahora encontró ese amor que tanto andaba buscando y lo exprime con mimo y delicadeza para no derramar ni una gota. Aunque a veces no sepa cómo hacerlo.

martes, 1 de marzo de 2011

Mis pequeñas pequeñeces

Bueno ahí va una lista con esas pequeñas cosas que me relajan y me gustan. Son cosas que pese a ser pequeñeces me hacen sentirme feliz. Cosillas que a veces paso por alto sin detenerme. Hoy quiero rendirlas mi pequeño homenaje.

Una canción recién terminada, las sandalias en verano.
La siesta frente al ventilador, el olor de las palomitas
y el del café recién hecho. Una mañana de lluvia en la cama,
el abrazo de mis padres, dormir viendo una película en el sofá.
Las carcajadas después de llorar, confesiones a media luz,
meterme en la cama en verano con las sábanas recién cambiadas,
el sol del invierno, el silencio, las olas del mar.
Los amigos que aguantan el paso del tiempo, el vino, la música.
Las luces de navidad, los reyes magos, un vaso de cocacola
hasta arriba de hielo y con mucho limón o una cervecita
helada con unas aceitunas. Gritar cuando se que nadie me oye.
Una buena ducha o un baño con mucho jabón. El tacto de la
piel del melocotón, los fines de semana ganarle la guerra al despertador.

Comentar algunas de vuestras pequeñas pequeñeces y me las apunto para ponerlas en práctica