tu boca en mi boca,
dagas oxidadas reclaman venganza.
Quiero del otoño colores vivos
con su lluvia de hojas secas,
cuatro manos que se buscan,
veneno de nostalgia y tristeza.
Pero las sombras no me dejan
estar solo, completamente solo.
Es casi imposible librarse de ellas
siempre me persiguen.
Corro, corro y me escondo
en cualquier rincón sin luz.
Ahora mi pequeño universo
permanece estático y oscuro
tanto que empieza a producirme
una asfixia severa.
¡Quiero verde, dame verde!
recuperan el sueño mis ojeras.
Aún así no puedo librarme de ellas,
de las sombras, inanimadas compañeras.
Salvo si tu estas, entonces
nos besamos abrazados
y logramos perder de vista,
al menos, a una de ellas.